Un destierro vengo a proponer:
el destierro de tu eterna sonrisa
de mis ojos.
Pasar nuevamente esa mirada
por el tamiz de la fantasía ciega
y así dejarte.
Para que el bastón blanco te acompañe
y te quedes ciego, tan ciego
que me llames.
Y yo no te escuche
porque tu desamor me dejó sorda.