domingo, 27 de junio de 2010

Hoy revolvìa poemas...

Poemas que yo misma escribì cuando tenìa... doce años? Trece?

En esa època donde es gozoso sufrir, donde la mano suplicando caricia se extiende multiplicada por los granitos de la cara y los diferentes idiomas que se hablan: el del amante y el del amado.

Sonaban tan simples, como si supieran que el llamado serìa atendido, el amor acudirìa, finalmente habrìa una puerta abierta.

En què momento de esa chica que escribìa cayò el pètalo y se fue acunado por el viento?

A los veinte, con la militancia sobre el lomo y un pañuelo en la boca huyendo de los gases?

Despuès de la segunda boda, cuando el prìncipe azul finalmente era canoso, rengo, y no montaba un brioso zaino sino un destartalado peugeot 1979?

Me pregunto si la palabra es "madurez"., Muchas veces siento que no soy "madura"... y doy gracias por eso. Aùn tengo un par de ojos de niña (a ver usted el de azul.. de què se rìe?) para muchas historias de amor... aùn las de las tres de la tarde en el canal lìder.

Adultez?

Seriedad?

Nah... no podrìa ser seria, aunque quisiera. No podrìa ser solemne. Sì puedo ser estructurada. Muy. Y lo soy, a conciencia.

Por eso, a conciencia de que la sopa se quema, me retiro.




Era nomàs para desentumecer los dedos. Y los ojos que espìan.


Sobre todo el de azul.

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